Volver a Tony Hawk’s American Wasteland es como abrir la puerta de tu vieja habitación de adolescente: pósters en la pared, música a todo volumen, y la sensación de que el mundo era tuyo si tenías una patineta. En su momento, este juego prometía mucho: una ciudad de skate sin pantallas de carga, libertad total para grindar, volar y encadenar trucos mientras escuchabas punk y hardcore a todo trapo. Y en gran parte, lo cumplió… pero el tiempo no ha sido del todo amable. 🎮 Gameplay: fluido pero con desgaste A nivel jugable, American Wasteland mantiene esa fórmula frenética de los Tony Hawk clásicos: combos imposibles, movimientos exagerados, y una mecánica que recompensa la creatividad. El añadido de poder bajarte de la tabla y correr por el entorno abría nuevas posibilidades, aunque nunca se sintió tan preciso como el skate en sí. Lo que en su momento era innovador —una gran ciudad sin pantallas de carga— hoy se ve como lo que realmente era: zonas conectadas por túneles disimulados. Funciona, sí, pero se siente algo limitado con perspectiva actual. Además, algunas misiones eran más frustrantes que divertidas, especialmente cuando el diseño no estaba del todo bien equilibrado o el control fuera de la tabla se volvía torpe. 📖 Narrativa: rebeldía adolescente con espíritu DIY La historia, como siempre, es una excusa para lo importante: patinar y destruir. Pero aquí hay un guiño bonito al espíritu skater de la época: un grupo de inadaptados construyendo su propio parque, con restos de spots legendarios que van robando por todo EE.UU. El tono rebelde y el mensaje de “hazlo tú mismo” encaja perfecto con la cultura skater, aunque no esperes una narrativa profunda. A veces cae en clichés y personajes planos, pero cumple su función con carisma. 🎨 Visuales: atrapados en su época Gráficamente, el juego no ha envejecido del todo bien. Aunque los escenarios tienen identidad y variedad, los modelos de personajes y las animaciones lucen toscos hoy en día. Aun así, el estilo artístico cartoon y urbano sigue teniendo su encanto, y el diseño de algunos niveles ofrece buenas ideas que invitan a explorar y experimentar con trucos. 🎵 Sonido y BSO: pura gasolina punk Donde American Wasteland brilla sin dudas es en la música. Con una banda sonora repleta de covers punk, hip hop alternativo y rock con actitud, es imposible no dejarse llevar. Las canciones acompañan cada línea y combo con una energía única. En cuanto a efectos de sonido y doblaje, cumplen, aunque sin destacar demasiado.

Volver a Mafia II es como ver una película de gánsteres en blanco y negro pero con todos los colores del mundo. La historia de Vito Scaletta, atrapado entre sus sueños y el mundo criminal, atrapa desde el primer momento, con una narrativa más madura y profunda que el primer juego. Sin embargo, aunque la trama es sólida y emotiva, en ocasiones se siente algo lineal y repetitiva, perdiendo un poco la chispa en ciertos momentos. El gameplay mejora en varios aspectos, ofreciendo un mundo semiabierto que invita a explorar Lost Heaven, una ciudad viva y llena de detalles de los años 40 y 50. Los tiroteos son satisfactorios, la conducción es precisa y el combate tiene el ritmo justo para mantener el interés. Aun así, algunos enfrentamientos y misiones pueden tornarse repetitivos, y la IA enemiga no siempre responde con el desafío esperado, lo que resta algo de tensión. Visualmente, Mafia II es una delicia para los ojos. La ambientación es exquisita: calles, coches, vestuario y música están meticulosamente recreados para sumergirte en una época dorada del crimen organizado. Los escenarios tienen un aire cinematográfico que te transporta, como si estuvieras dentro de una película de mafiosos, lo que suma mucho a la atmósfera general. El sonido y la banda sonora complementan perfectamente el viaje: temas clásicos que ponen la piel de gallina y un doblaje sólido que refuerza la personalidad de cada personaje. Todo contribuye a que la experiencia se sienta auténtica y envolvente. En resumen, Mafia II es un título que captura la esencia de las películas de gánsteres con un estilo propio y una historia que emociona, aunque no está exento de algunos altibajos jugables. Es una experiencia que cualquier fan del género debería probar, y por eso se merece un sólido 8.